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ENTREVISTAMOS A... JAVIER SIERRA

 (Escritor y director de la revista “Más Allá")

Siempre es un placer para mí, entrevistarme con Javier. En esta ocasión, con el propósito de hablar un poco sobre su nuevo libro “En busca de la Edad de Oro”, con este título tan sugerente una  lectura  interesante está garantizada. Y después de ponernos de acuerdo en el día y la hora (tarea complicadísima, debido a la saturada agenda de Javier) en uno de los despachos de la editorial  nos pusimos a charlar. Las preguntas no eran muchas, pero al final, y como siempre nos sucede, nos extendimos en una amena y agradable conversación. Hablar con Javier es como hacerlo con un amigo que acaba de llegar de un fantástico viaje, consigue atraer la atención del oyente de la manera más sencilla. Y es por eso qué está entrevista se alarga un poco más de lo habitual, aunque espero que su lectura sea de vuestro agrado.

G.- ¿ Por qué te planteas escribir este libro? ¿Existe un objetivo especial o es sólo el hecho de informar con todos los datos de que dispones a lo largo de tus viajes?

J.- Llevo doce años viajando y evidentemente se van acumulando datos sobre investigaciones,  eso a mí me frustraba bastante no poderlas dar a conocer. Algunas de estas informaciones las deslizaba como podía en mis novelas, pero claro, no es lo mismo. Ya tenía ganas de poder recopilar un poco ese material y presentarlo. ¿Si existe un objetivo detrás de lo que escribo?- Si, si hay un objetivo realmente, y es en un sentido simbólico, poder recuperar la “Luz” que se perdió.

Yo creo que el ser humano tuvo un periodo anterior luminoso en muchos sentidos. Por  lo que se trasluce de lo que sabemos sobre muchas civilizaciones antiguas perdidas. Había un sentido de espiritualidad muy alto, que en este momento se ha perdido o se está perdiendo. Estamos sustituyendo en parte esa búsqueda interior por una búsqueda exterior. Entonces lo que yo hago, aunque curiosamente pueda parecer una búsqueda exterior, a base de pruebas y datos de sabiduría ancestral, estoy invitando a la búsqueda interior.

G.- Tu búsqueda y la de los demás

J.- Sí, sí, la de todos. En mis libros doy toda la información que tengo, son abiertos. Cualquiera que quiera continuar esa investigación empezada por mí, puede hacerlo e incluso mejorarla.

G.- Yo no creo que cualquiera pueda hacerlo, ni que tenga los mismos accesos que un investigador conocido como tú tiene a su alcance.

J.-Yo llevo doce años en esto, pero cuando empecé no me conocía nadie. Incluso ahora cuando viaja a Francia, Egipto, Sudamérica etc. no me conoce nadie...

G.- No me negarás que a ti no te avala una revista y unas credenciales como periodista. Si yo quisiera ir no me considerarían igual, seguro.

J.- Mira Gloria, a veces ir diciendo soy “fulanito de tal” que viene de la revista “cual” no te abre puertas, incluso te las puede cerrar,  en algunas ocasiones puede tergiversar la información. Tu sabes, que cuando se habla a un periodista, a un micrófono o ante una cámara de televisión  no se habla de la misma manera  que si hablaras en confianza. Eso condiciona, y yo lo que busco es la información no condicionada. Muchas veces no me presento cómo periodista; digo que soy escritor, o que estoy preparando un trabajo...

G.- ¿El gobierno de Egipto te facilita las cosas, o son herméticos?

J.- En algunas cosas son bastante herméticos, en otras ni siquiera ellos las saben. Egipto es un país que tiene tanto bagaje arqueológico, tanto patrimonio que muchas veces les preguntas por tal excavación o tal tumba, y no saben contestar, realmente sabes tu más que el propio gobierno. Lo que sí te facilitan es la cobertura para llegar a esos sitios, si tienes los permisos adecuados claro, en eso siempre han sido muy amables. Te ayudan porque saben que todo lo que sea información sobre su país genera un interés; turismo y todo ese tipo de cosas. Egipto probablemente está ahora en su periodo de mayor esplendor.

G.- El libro "En busca de la edad de oro, ¿es novela o ensayo?

J.- Ensayo, de hecho yo tenía muchas ganas de publicarlo porque aparecen en forma de investigación algunas de las cosas que han aparecido también en mis novelas de ficción. Por ejemplo en “Las puertas Templarias”, cuento cómo las catedrales góticas francesas de principios del siglo XIII imitaban la posición relativa de las estrellas de Virgo sobre el plano de Francia. Esto quedaba muy bien en la novela, pero es que además es verdad. En este nuevo libro dedico un capítulo entero a las catedrales y como yo creo que continúan una tradición constructora que arranca del antiguo Egipto, cuando se construían las pirámides para imitar a las estrellas.

También en “La Dama Azul”, uno de los protagonistas de la novela era un sacerdote benedictino que estaba trabajando en un proyecto para obtener una máquina que proyectará imágenes del pasado. Pues ese sacerdote existió, en la novela lo llamo de otra manera, pero su nombre verdadero era, Pellegrino Ernetti. Yo cuento en este último libro la historia real de este sacerdote y sus investigaciones con el cronovisor.

Estoy seguro que quienes hayan leído las novelas y les hayan gustado, este nuevo libro les va ha encantar, porque va a encontrar un montón de cosas relacionadas con todo ese material.

G.- Qué te resulta más fácil ¿el ensayo o la novela?

J.- Ensayo sin lugar a dudas.

G.- Claro, no te tienes que inventar nada ¿Tienes mucha imaginación?

J.- Si, si que tengo imaginación. Lo que pasa es que la novela es otro tipo de ritmo. Tienes que convertir la trama en algo que te atrape. En el ensayo no tienes tanta responsabilidad, aunque me gusta escribir para que guste, lo entiendan y les atrape, la novela es mucho más complicada sin duda. Por cierto estoy preparando otra, y ya estoy otra vez como loco...

G.- ¡Vaya! Te has adelantado a la pregunta, eso te iba yo a preguntar ahora... y ¿qué tipo de novela será?

J.- Pues sobre Egipto.

G.- ¿Cuántos viajes llevas ya a ese país?.

J.-  Desde el año 95, van catorce. No son muchos, es un país venenoso porque te engancha. Fui por primera vez en el verano del 95 y desde entonces ha venido haciendo tres al año, a veces por cuestiones profesionales para la revista “Más Allá”, o para algún reportaje... y otras por cuestiones personales para mis investigaciones particulares.

G.- Dime, alguna vez se te ha pasado por la imaginación que esta relación tuya con Egipto ¿pueda ser de otras vidas?.

J.- Pues así tan claro no. Sí que me fascina todo lo que tiene que ver con Egipto, sí hay lugares allí donde me siento cómo en mi propia casa. Tampoco he reflexionado sobre el tema, porque nunca me he querido meter con lo relacionado a la reencarnación. Pero también me he sentido en casa en Cuzco, en Perú o en Bolivia... Yo creo que me siento a gusto en casi todos los lugares donde haya un enigma pendiente.

G.- Además son lugares con una especial vibración.

J.- Sí claro, muchos de estos países que visito para mis trabajos son importantes focos, tanto de sabiduría como de espiritualidad. Luxor fue por ejemplo la ciudad más importante del mundo antiguo durante mucho tiempo; solamente el templo de Karnac contaba con 70.000 sirvientes. Era como una ciudadela, toda dedicada a los cultos, y de todo eso algo ha quedado que te hace vibrar. Es un lugar que aunque seas de piedra te impacta.

En el caso de Cuzco, ese lugar que fue el eje sagrado de los Incas, al que ellos llamaban el ombligo del mundo, es indescriptible. Y estar en el templo del Sol, que hoy es un convento, donde estuvo en su día el eje espiritual de los Incas es cómo estar en el ombligo del ombligo del mundo. Y por supuesto, todo eso te toca, si vas medianamente abierto y eres sensible lo recibes, lo que pasa es que yo tengo una mentalidad muy racional.

G.- Una mentalidad de investigador y así debe ser, creo yo.

J.- Sí, intento no dejar llevarme por esto. Entiendo que, sentir la vibración, sentirse emocionado por un lugar, una piedra, un grabado etc., son vivencias íntimas de las que yo he vivido  muchas afortunadamente, pero no son para transmitir, eso tiene que ser el lector quien se vaya a esos sitios y lo experimente, no se lo tengo que contar yo. Ni creo que fuera positivo que le insinúe nada, porque lo estaría condicionando. Y si se predispone y va, en cierta manera lleva ansias de... y cuando uno va ansioso se cierra, por eso es mejor que las cosas fluyan.

G.- Eso es cierto, cuando ansías recibir algo es cuando te bloqueas más. Pero de alguna manera al leer un libro el autor nos transmite de alguna forma su sentir.

J.- Si claro, eso es inevitable. Pero no quiero que eso sea el eje de mis trabajos. Trato de dar información y de ser objetivo. Sirven para debatir intelectualmente, debate que puede llegar a mover a la búsqueda interior, en mi caso la ha movido. Yo tengo mi búsqueda interior, y en todos esos lugares encuentro mis respuestas particulares.

G.- ¿Cómo ha sido tu trabajo con los investigadores Robert Bauval y Graham Hancok? ¿Hubo buena conexión entre vosotros?.

J.- Bueno, supongo que nada es casualidad, ¿no?. En este caso tuve la suerte de “coincidir” con ellos. Es lógico cuando trabajas en una misma línea. Yo me siento muy satisfecho de haber trabajado cerca de Robert Bauval que es un experto conocedor de Egipto. La última vez que estuve con él, fue el pasado septiembre  en Alejandría, su ciudad natal, él es de familia europea pero nació allí. Fuimos para seguir las huellas de Alejandro Magno, a buscar uno de los grandes tesoros perdidos de Egipto como es la tumba de Alejandro. Llegamos hasta el oasis de Sina, que fue allí donde recibió la revelación del Dios Amón, y la que le dio la fuerza para conquistar Egipto y proclamarse faraón. Aquello fue el inicio de la era griega, el final de la historia de Egipto y que ahora se conoce cómo la era Toloméica, por Tolomeo que fue uno de los generales de Alejandro y que se quedó con Egipto como parte del imperio cuando se disgregó.

También con Grahan Hancok el autor de “Las huellas de los dioses”, he tenido ocasión de intimar, de conversar, de viajar, de ver cosas juntos... Yo le invité a venir a España a investigar cosas que encajaban con sus teorías y que él no conocía.

G.- ¿Cómo qué?.

J.- Cómo, por ejemplo las pirámides de Güimar en Tenerife. En las ruinas de Tartesos, en la zona de Cádiz. Estas ruinas, coinciden en cierta manera con su teoría de la existencia de una civilización antigua tipo Atlántida, en aquel lugar. Él dice, que antes de la última glaciación, hacia el 9000 a. C. más o menos, el perfil de las aguas de las costas era mucho más bajo. Que los casquetes polares eran más grandes, que había mucho agua retenida en ellos. Y que cuando se produce el fin de esa era glaciar, los casquetes se derriten y el nivel de las aguas sube hasta 100 metros. Eso significa que todas las poblaciones costeras que pudieran haber en esa época quedaron sepultadas bajo las aguas. Cree, además, que el mito que se cita en muchas culturas del diluvio universal, en realidad es un recuerdo atávico de esa enorme subida de las aguas tras el final de la era glaciar. Tiene mucha coherencia. Y según Hancok, eso explica el enorme retroceso de la humanidad en ese periodo. Si tenemos en cuenta que la mayor parte de la historia ha desarrollado la vida en zonas costeras. Por el clima templado, por el cultivo, por el comercio etc. Si tenemos en cuenta todo eso, que subieran las aguas 100 metros hace 9000 años significaría que todas las ciudades que pudieran existir en la antigüedad se las tragaron literalmente dichas aguas. Y la humanidad que quedó tierra adentro, en las zonas altas, tuvo que empezar prácticamente de cero.

Eso explicaría el misterio de muchas civilizaciones cómo la Egipcia que en sus primeros estadios, ya estaban desarrollados. Ya tenía una escritura, una arquitectura, y dicen los propios egipcios, que antiguamente existió un periodo de esplendor, donde convivieron hombres y dioses, hace muchos miles de años. Todos esos mitos se explicarían coherentemente por una catástrofe geológica de esa magnitud.

Pero atención... porque nosotros estamos ahora casi a las puertas de una situación similar. Puede ser dentro de 100 o 200 años. Todo el mundo sabe (aunque no lo suficiente) sobre el calentamiento del planeta, eso está generando que el nivel del hielo en los polos esté bajando otra vez, y de hecho, el nivel de las aguas del planeta está subiendo de nuevo. Eso implica qué, dentro de X años, podamos vivir de nuevo una situación parecida, con las grandes ciudades de las costas sumergidas. No sería una catástrofe cómo la anterior, porque ya hay muchas ciudades tierra adentro, pero si puede darse la misma situación. Todo esto nos está dando lecciones sobre los ciclos de la historia.

G.- Y hablando de otra cosa, ¿Qué pasa con la investigación? ¿La has dejado a un lado?.

J.- No, no, yo sigo mis investigaciones, lo que pasa que muy calladamente. No publico nada últimamente  por una razón: porque ya se ha publicado mucho sobre el tema, y para informar sobre cosas que no revelan nada nuevo prefiero no hacerlo.

G.- Pero ya no hay tantos avistamientos ¿Qué sucede?

J.-  Digamos que se han desplazado. Ahora hay una gran actividad OVNI en la zona de Rusia. La última gran oleada fue cuando la caída del muro de Berlín. A mí me siguen preocupando mucho todas las derivaciones mesiánicas del problema de los OVNIS. Es decir, quienes convierten esto en una religión o en una secta. Sigo todo esto con mucho interés, pero no publico nada en tanto no tenga nada nuevo que contar.

Ahora prefiero invertir en el otro tipo de investigación, porque de ahí están surgiendo muchas pistas. Por lo menos la gente está pensando, reflexionando en este tipo de temas. El objetivo principal debería ser invitar a la gente a pensar. Yo apuesto por aportar elementos de juicio para que otros piensen por sí mismos. Puedo dar mi conclusión personal basándome en lo que tengo, pero no tiene porque ser la definitiva, ni siquiera para mí. Yo mismo, mañana, si encuentro otro elemento de juicio puedo cambiarla. ¡Ojala supiera la verdad¡ estoy tan cerca de ella cómo puede estar cualquiera de mis lectores.

G.- La verdad es relativa, con el paso del tiempo se va cambiando, se va ampliando la visión ¿no crees?.

J.- Sí, además toda la información por principio está necesariamente sesgada, ninguna es completa. Ni de ciencia, ni de tecnología, ni de religión, ni de nada.  La Biblia oculta cosas igual que las oculta el ministro de agricultura, por ejemplo. Pero no porque haya una intención de ocultar, sino porque: o no tienen espacio para contarlo ( muchas veces ocurre eso, es tan telegráfica la información que no hay espacio para los detalles) o porque a veces quién está dando esa información tiene una determinada inclinación ideológica y ve más importante las cosas de su interés personal.

G.- Incluso en una conferencia con un número determinado de personas, la misma información aportada por el conferenciante se entiende de diferente manera por cada una.

J.- Desde luego, mira, yo no soy muy amigo de dar consejos, pero hay una cosa que siempre digo, porque me la aplico a mí mismo, y es qué de cara a tener un criterio sobre gente que habla de una misma cosa (conferenciante etc.) pero de formas muy diferentes, creo que hay que desconfiar del que dogmatice. Es decir, el que dice que tiene la verdad absoluta sobre el tema que sea. De ese puedes desconfiar y estar segura de que no la tiene. Ese es mi criterio personal. Nadie tiene en este planeta la verdad absoluta, la tendrá Dios o lo que creamos que es Dios, y aunque suene un poco fuerte, creo que la única manera de saber o tener la verdad es al morirse, es la única manera.

G.- Si claro, lo que pasa es que se nos olvida, y cuando volvemos a la vida seguimos buscándola.

J.- Y gracias a Dios que seguimos buscándola, porque si recordáramos, si aquí supiéramos la verdad nos querríamos morir.

G.- La última pregunta es sobre tu participación en el programa “Crónicas Marcianas” ¿Consideras que es favorable para ti y para la información que quieres transmitir?.

J.- Bueno verás, yo he pensado mucho sobre esto y te voy a responder que fue lo que me movió a colaborar en el programa de Javier Sardá, es muy sencillo. A mí me hicieron la propuesta de llevar esa sección. Los primeros momentos fueron difíciles, porque Sardá entendía que tenía que tener el mismo ritmo que el resto del programa, y yo decía que no. Incluso de llegó a una especie de acuerdo, de tal manera que mi sección es muy tarde sobre la 1,30 de la madrugada. Pero me dejan total libertad para tratar los temas, más o menos, como yo creo que se deben tratar. Dije que sí a ese programa, porque si no lo hacía yo, lo podría estar haciendo cualquiera de tantos y sería mucho peor. El hecho de qué en un programa de frivolidades y entretenimiento se ponga un punto de reflexión, creo que es muy bueno. La guerra no se gana enfrentando un ejercito con otro, se gana infiltrándose en el ejército enemigo y haciéndole cambiar de mentalidad.

G.- Si no puedes con el enemigo, únete a él...

J.- Si, únete y transfórmalo desde dentro. Es difícil pero es la única manera de triunfar. Es lo que hizo Jesús con los judíos en muchos sentidos. Las grandes transformaciones que ha tenido la humanidad han sido desde dentro dé, no desde fuera. Entiendo que habrá gente que dirá: ¿Qué hace ahí Javier?... porque contrasta, pero es bueno que contraste. Lo grave sería que no contrastara.

(Entrevistado por Gloria Alonso)